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Perotá Chingó

Perotá Chingó

Hace más de cuatro años me topé con una versión de La Complicidad de Cultura Profética que me caló hondo en las venas. Ya de por sí Cultura Profética, gracias a Belzhaid una amiga de Caracas a la que le debo haber conocido esta banda, me encantaba y cuando escuché la versión de la chica rubia de dreads con su amiga de cabello oscuro y voz un poco más gruesa me enamoré. Me enamoré porque se sentía muy cercano, porque sentí que de alguna manera podía ser mi voz a través de ellas, y así una a una cada canción que iba descubriendo de Perotá Chingó me iba encantando.

Cuando hice mi ruta en bicicleta por toda la costa uruguaya (el cual ha sido uno de los viajes más hermosos de mi vida) me quedé varios días en la Barra de Valizas, un balneario que suele ser más económico que otros parajes de Uruguay, fue donde más me quedé ya que encontré un camping llamado el Jardín Volador en el que me sentí muy cómoda y en el que se armó un grupo hermoso con un par de amigos de Brasil y Uruguay, fue una parada única, la magia de ese momento es fundamental en mi historia de vida. De Valizas a Cabo Polonio puedes ir caminando diez kilómetros por la playa, atravesando las dunas, yo hice esa caminata en solitario; uno de los  recuerdos más presentes que tengo al llegar a Cabo Polonio fue asociar ese lugar a una canción de ellas Rie Chinito, la cual hace parte de mi repertorio de vida. Canción con la que la vida de éstas dos mujeres probablemente dio un giro.

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En el verano del 2011 Pocho Alvarez y Martin Donozo se encontraban en Valizas haciendo un video, en una de esas cruzadas que se suelen hacer de Valizas a Cabo Polonio, Pocho escuchó un par de voces cantando su propia y preciosa versión de “Ando Ganas” de Los Piojos. Luego las vio acercarse con un sombrero juntando algunas monedas y marchándose con amplias sonrisas. Cinco días después las cruzaron de nuevo y surgió la posibilidad de hacer ese sencillo y hermoso video en el que cantan Rie Chinito mientras el sol cae en Cabo Polonio. Ese video giró como te da vuelta el manubrio de la bicicleta cuando la dirección del viento te indica a donde debes cruzar y así Perotá Chingó fue convirtiéndose en la experiencia musical que hoy, apenas cinco años después, podemos apreciar.

El sonido que componen Lola Aguirre y Julia Ortiz junto a sus compañeros músicos de Argentina, Uruguay y Brasil, es un sonido que te transporta a la playa, a la montaña, te hace sentir que por un momento habitas un espacio natural con un grupo de amigos alrededor de una fogata con una buena viola cantando una rolita para alimentar el corazón y agradecer la existencia.

Mientras estuve viviendo en Buenos Aires no tuve la oportunidad de verlos en vivo, creo que lo daba por sentado, en muchos lugares encuentras la esencia Perotá Chingó, se genera por la particularidad que tiene el sur de mi continente, esa particularidad cargada de una búsqueda espiritual que surge de conectarse con lo que amas y lo que está a tu alcance, como en el caso de ésta banda: música que se basa en las armonías de las voces y el sutil y mágico acompañamiento que logran los instrumentos.

Hace unos días una publicidad en Instagram me anunciaba que se presentarían en Bogotá y mi corazón se emocionó, cuántas veces a todo volumen en mi bicicleta por Uruguay, por Argentina, en mi casa, por la calle, cuando estoy sola, cuando he necesitado llenarme de energía, sus canciones me han dado ese empujón, esa fuerza, han creado el ambiente ideal para un momento determinado que a través de una canción de Perotá Chingó se ha vuelto más fuerte, más presente.

Los que me conocen saben que una de las cosas que más amo en la vida es cantar, cantar me cura, me sana, me llena de alegría el alma… voy en la bicicleta y voy cantando, en casa mientras estoy haciendo cualquier cosa siempre estoy tarareando, no hay un momento en el que si hay una guitarra cerca (y alguien que sepa tocarla) que mi voz se calle, soy conocida por mis vecinos por estar continuamente cantando y si voy por la calle es seguro que puedes cruzarme mientras ando con una melodía en mis labios, es por eso que hay un fragmento de Seres Extraños que siento que soy yo:

Si me ves por la calle seguro que voy cantando
Golpeando las manos revolviendo el aire
Haciendo redoblar el pecho.

Le comenté a mis hermanas, dudando un poco que quisieran invertir dinero y tiempo en asistir a un concierto de una banda que ni siquiera sabía si conocían, y ellas respondieron encantadas que iríamos. Es el primer concierto (recital como se le dice en Argentina) al que vamos juntas, es la primera vez que coordinamos una cita, compramos las boletas y realizamos un plan para asistir las tres juntas y solas para ver una banda, así que se imaginarán lo mágico que me resulta estar con mis dos hermanas por parte de padre, escuchando una banda que posee tanta historia emocional en el transcurso de mi vida.

0906553003883523_1Mis hermanas son como mellizas se llevan apenas un año de diferencia y hasta hace dos meses vivieron juntas en la misma habitación desde el inicio de sus existencias, tienen una complicidad privilegiada, son mejores amigas, cómplices y el amor que se tienen entre ellas es maravilloso, para mí ésta etapa ha sido profundamente valiosa porque si bien les llevo diez años de diferencia, me impresiona ver que podemos converger en muchos puntos y que podamos darnos la oportunidad de compartir es un regalo impresionante, no lo voy a negar, a veces me asusta porque si bien llevamos la misma sangre, no hemos podido compartir mucho tiempo cerca y en algunos momentos fue muy difícil poder abrir el corazón y poder amarlas, entonces por momentos siento temor, temor a lo desconocido entre nosotras, y luego nos miro compartiendo un momento tan hermoso y me siento afortunada, afortunada de poder combinar, de poder fluir, de contarles algún secreto y poder diluirme en ellas,  de conocer sus historias, de ver cómo se van abriendo ante mí y van confiando, de poder abrirme siendo yo misma y sintiendo que estoy con unas amigas que la vida me dio desde hace mucho y con las que no había podido pasar tiempo.

Y empezar a dar amor de nuevo
Y empezar a dar amor y a recibirlo si estás dispuesto a darlo

Entonces es Bogotá un miércoles preferiado que parece viernes, el concierto-recital es en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán ubicado en la Carrera 7ma con 22, desde el Uber en el que voy observo el edificio Colpatria que ya está iluminado de navidad, en las calles se multiplican las velitas en las aceras que se van prendiendo para darle inicio a la navidad, me bajo del auto y camino una cuadra larga, las luces, la ciudad acelerada, el bullicio, los puestos de comida callejera es como un Apocalipsis. Mi hermana Andrea ya está ahí, al verla respiro profundo, aún me asusta un poco la multitud, todos los sonidos que me rodean y toda el bombardeo visual que puedes llegar a tener en una sola calle. Minutos después Mafe mi otra hermana aparece, entramos al teatro. Los asistentes al concierto lucen parecidos, el look de cada uno los hace formar parte de algo, es ese estilo hippie, una vez dentro hay una sincronía natural, se entiende que es un público muy Perotá Chingó, muy parecido a muchos de mis amigos de Buenos Aires, muy yo en un momento de mi vida.

La ambientación del escenario ya nos indica que se trata de una presentación íntima, dulce, con elementos naturales, plantas, flores, magia. Ingresan caminando entre el público cantando “Bogotá hola Bogotá” con una melodía de esas que son bien pegajosas y se clavan en la memoria. El repertorio empieza con Alma Não Tem Cor de Zeca Baleiro, y la noche avanza entre sus canciones propias y un par de melodías nuevas que saldrán en un disco que esperan poder sacar en el 2017. El público es apasionado, canta, grita, se emociona, es un público muy expresivo, hermosamente colombiano.

Mis hermanas están encantadas, Andrea conoce varias canciones, Mafe se emociona cuando escucha La Complicidad, y a mi la piel se me eriza al escuchar la versión que hacen de una de mis canciones favoritas de Natalia Lafourcade Derecho de Nacimiento, la cual simboliza una etapa de mi vida en la que siempre cantaba esa canción cuando estaba en un Temazcal.  Cantan una cumbia, anuncian más canciones nuevas, hablan del soroche que produce la altura de Bogotá y me quito el sombrero porque manejar las voces a capella de la manera en la que la hacen con el mal de páramo que te produce recién llegar a la capital colombiana, es admirable.

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Fotografía: José Carlos Sapere Aude

Suena una canción que me remite a las chacareras y el corazón se me estremece, pienso en La Catedral, en alguna plaza porteña, y en ese ritmo tan argentino. Y es que la música tiene eso, vihte? esa capacidad de transportarnos a un espacio, a un momento, a un sentimiento. Perotá Chingó es un viaje musical por nuestra Latinoamérica, es un homenaje a nuestros ritmos en poderosas voces femeninas bien apoyadas por músicos que transmiten su sensibilidad.

Me quedo con las ganas de escuchar mi Tonada de Luna Llena de Tío Simón, por siempre. Miro hacia mis lados y están ellas, mis hermanas, regalándome éste momento único, cada una con su estilo, Andrea tiene calor, Mafe siente frío, Andrea no saca su celular para nada, Mafe y yo grabamos y documentamos parte del concierto, las tres sonreímos, estamos felices y agradecidas. Se termina el recital, “Bogotá, gracias Bogotá” cantan mientras se marchan entre el público que los abraza y cierra ligeramente su paso mientras recorren el Jorge Eliécer Gaitán con su maravillosa acústica. Andrea y yo esperamos a Mafe, y en ese momento pasan por nuestro lado, miro a Julia con sus ojos azules y su hermosa sonrisa, iluminada, seguida por Lola que va cantando, caminan mientras la gente se acerca desorbitadamente, quisiera abrazarlas, darles las gracias porque sus voces me regalan instantes inolvidables, decirles algo en clave para que sepan que amo mucho su patria, que les agradezco traerme un poco de mi argentinidad, la sincronía que representa éste momento para mí… Andrea me sonríe, Mafe llega con su mirada tranquila y contenta, les acaricio el rostro y les hago un gesto de amor.

Pero tá gurises, si hay algo que me queda claro es que estamos donde tenemos que estar.

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Catadora de emociones | Escritora Estratega Digital en @LACICLA