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13 reasons why

13 reasons why

Yo también fui Hannah Baker. Todo puede afectarnos. Deshacerse de la mirada del otro es uno de los desafíos más constantes de la vida de cualquier ser humano. Sin importar la edad que tengas, creo que siempre la opinión del otro generará algo en ti, entonces quizás la verdadera tarea sea fortalecer tanto tu ser interior, tu opinión sobre ti mismo, que lo que otro diga lo puedas tomar con pinzas, evaluarlo, discernirlo, desmenuzarlo y sacar la mejor parte de eso, o desecharlo por completo.

Terminé viendo ésta nueva serie de Netflix porque su estrategia de marketing me ha parecido efectiva. Su efecto fue rápido, el soundtrack pasa por Joy Division, The cure, y varias bandas espectaculares, la dirección de arte y de fotografía está bien lograda, las actuaciones son acertadas, el trabajo fotográfico nos cambia de tiempo a través de la luz, donde el pasado es cálido y el presente es frío, al tercer capítulo me enganché y la terminé rápidamente. No quiero spoilear a nadie, así que no daré grandes detalles de su historia, pero si no la viste, prefiero que no leas lo que sigue antes de verla.

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Me centraré en los efectos que genera y en lo que siento que sucede con la esencia de su mensaje. Tengo sentimientos encontrados con la historia, o más aún con su protagonista. Se supone que la serie quiere comunicar que el suicidio no es una opción, pero creo que le falta bastante para llegar a dar un mensaje absolutamente claro.

Hannah es en principio víctima de situaciones por las que me atrevería a decir hemos pasado la mayoría de las mujeres que en la etapa de la adolescencia creíamos que el amor dulce llegaría de una manera sencilla y desafortunadamente nos encontramos un cabroncito que ante sus amigos o por su propia inseguridad quiso decir que llegó más lejos para ganarse “el respeto” de su camada de machos.  Pero Hannah también elige constantemente mal, se expone cada vez más y en vez de alejarse de los círculos que no le convienen se reta constantemente a transformar situaciones con personas que no merecen la pena, yo, igual la entiendo suele ocurrirle a muchos seres humanos, Freud le  llama la pulsión de muerte.

Y entonces sí, yo recuerdo cuando estudiaba en el Gimnasio Vermont, tenía 15 años y un día una compañera llamada Angélica me hizo llegar una invitación para su cumpleaños que sería en unos edificios llamados Sierras del Moral, insistí, rogué, lloré, le pedí permiso a mi tía-mamá con la que vivía y hasta que por fin, milagrosamente, me dejaron ir. Mi tía nos criaba a su hija y a mí de una manera bastante protectora, y yo tenía ese espíritu rebelde de querer romperlo, probarlo, vivirlo todo, entonces era una mala combinación porque en vez de aprender sobre la toma de decisiones, la prudencia creo que lo que me pasaba es que si tenía un poco de libertad quería atravesarlo todo por temor que nunca más llegara a tener un momento en el que lo pudiera vivir (Ok, acabo de hacer un insight digno de sicoanálisis). Llegó el bendito día de la fiesta y me dejaron en su casa, era una fiesta que ya entraba en ese tono de adolescente grande, los padres no estaban visibles por ninguna parte y si me preguntan si había alcohol en la fiesta no podría decirlo con claridad, lo que si había eran chicos, nosotras estudiábamos en un colegio femenino, así que los hombres eran prácticamente una visión del otro mundo. Estaba Julián, un chico del colegio Virrey Solís a quien había visto varias veces en alguna matiné o bazaar de los colegios. No recuerdo cómo, pero sé que Julián y yo terminamos besándonos en uno de los jardínes de atrás del conjunto residencial, recuerdo que sólo fueron unos besitos. Y recuerdo perfectamente el lunes siguiente estar en la fila de la tiendita del colegio y que llegara Viviana a decirme: -Carolina, están diciendo que eres una puta porque hiciste de todo con Julián el sábado en la fiesta de Angélica-. Por dentro mi corazón latió a toda velocidad, la sangre me hervía las lágrimas se amontonaban, la vergüenza me invadía cada célula de mi cuerpo, pero yo no lloré, no lo negué, no me defendí. Me paré derecha y le dije: Sí y? Viviana me miró sorprendida y se quedó callada. Horas después el rumor se expandió tanto que me llamaron a la oficina de la sicóloga – Mónica Senior – quien me preguntó acerca de mi sexualidad, me habló de la importancia de la reputación femenina, de hacerse respetar, de no ser una chica cualquiera y todo ese sermón que todos nos sabemos al derecho y al revés que estoy segura que muuuchos lo repiten a diestra y siniestra sin ser concientes de la verdadera esencia de esos mensajes y del real cambio que necesitamos hacer en nuestras sociedades. Recuerdo que mi tía fue a buscarme al colegio – la llamaron para comentarle la situación – y en el camino a nuestra casa en Chía me dijo: – Carito tienes que comprender que hay dos tipos de joyas, unas las que están en el mostrador y todo el mundo puede tocar, mirar y pretender comprar, y otras las que están en la caja fuerte que sólo alguien que realmente quiera tener esa joya va a poder acceder a ella. Qué tipo de joya quieres ser tú? –  Cuántas generaciones habrán repetido ese discurso, esa metáfora siniestra para lo femenino en medio de lo conservador y prejuicioso de una sociedad.

Hoy pienso What the fuck???!!! Me encantaría regresar a ese momento y decirle con todo el amor del mundo tía-madre es que las mujeres no somos ni baratas ni caras, nosotras decidimos y tenemos que tener el derecho por propia libertad de elegir por quien nos dejamos tocar y aún más a quien queremos tocar, pero bueno, entiendo lo que ella quería transmitirme con afecto, sin embargo si llego a tener una hija creo que jamás le repetiría algo así.

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El problema no es que Hannah o Carolina se besen con un chico, el único problema no es tampoco que Justin simule que sucedió más de lo que realmente pasó, que un par de idiotas asuman algo por una fotografía o que las compañeritas de Carolina la juzguen como puta y puedan esparcir un rumor; el problema no es que las dos se oculten cada una tras una fachada diferente y no salgan al frente con la verdad, porque el problema, de verdad, es que NO SABEN CÓMO HACERLO. Y el problema aún mayor, es que si Hannah o Carolina hubieran hecho lo que fuera con J, nadie absolutamente NADIE tiene porque juzgarlas, ese es el verdadero problema. Seguimos juzgando a la de la falda corta, a la de las tetas grandes, a la que se acuesta con alguien que desea por propia voluntad en el momento en el que se le da la gana, a la que se corta el pelo, a la que le gustan las chicas, al que le gustan los chicos, al callado, al tímido, al que no es cool, al que tiene ésto y aquello. El problema es que seguimos tratándonos a las patadas como seres humanos, que creemos que burlarnos del otro, o ser despectivos por cualquier aspecto físico, económico o social está bien, y que seguimos sin construir desde el amor.

Hay muchas cosas en la historia que podrían girar. Desde mi perspectiva construyen a Clay como el héroe que vive la transformación a través de la voz de Hannah, en los 13 cassettes él va cobrando vida, seguridad, va siendo el vengador, la voz que habla, el que se comunica, al que no le importa la opinión de los demás, y, aunque para mí está todo bien con eso, tengo una gran dificultad. Volvemos a poner a un hombre como el héroe que se transforma en una sociedad donde siempre han sido privilegiados los varones, es él quien triunfa y se humaniza por completo, finalmente cuando le habla a Sky y la “integra” es quien está salvando a otra, yo me preguntó es real ésta mierda? En serio tienes que mostrarme como el chico es quien da el giro a la historia y no es una protagonista la que logra salir adelante en una sociedad de bullying, de ataques sexuales, y de mierda por todos lados cuando eres una adolescente mujer.

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Los personajes femeninos que me muestras en la historia son Jessica una chica bonita que hasta el final de la historia, bajo el síndrome de Estocolmo, es capaz de defender a su atacante, el hielo emocional de Courtney que hasta el último instante no quiere aceptar que es gay y por eso está dispuesta a arrastrar a quien sea, Sky que se mantiene detrás de un mostrador y se autolesiona con cutting, una maestra incapaz de darse cuenta que hay alguien pidiendo ayuda, una madre que le dice a su  hija que está radiante el día que se prepara a morir, por favor!!! Dónde estamos presentes las mujeres reales? Mierda y más mierda. Estoy molesta. Así somos realmente las mujeres?  podemos ir viendo como alguna se va hundiendo o está a punto de lanzarse al precipicio y nos quedamos inmóviles al lado del camino. Espero que no.

Veo a Mafe – una de mis personas favoritas – con los hijos hinchados en uno de sus Stories de Instagram, lo ha grabado mal y el audio se cortó, son dos seguidos, y entiendo perfectamente que está hablando sobre 13 reasons why y que se siente sensible y me cae la ficha, puedo entenderla, puedo verme en ella si a los 17 me hubiera topado con una serie así, creo que habría sido adecuado, creo que me habría ayudado a entender que no estaba sola con todo ese caudal de emociones encontradas, dudas, ganas, miedo, entonces entiendo que estoy viendo la serie como la adulta que soy, desde un lugar en el que ahora como esos adultos de esa serie, tiene que ser consistente con las posiciones que asume, que no puedo dar por sentado que las cosas pasarán para el otro y las superará, como tampoco lo doy por sentado hacia mí misma.

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Todos los días existe la posibilidad de caer en el hueco – estoy tan consciente de ello – sé que pasar por una depresión es una de las sensaciones más violentas, agresivas, agotadoras y destructivas para el alma, conozco bien la sensación de no creer que haya esperanza, y el dolor, ese dolor de no haber podido encontrar a alguien que pueda correr abrazarte y no soltarte más … no, esperen! Afortunadamente siempre hubo alguien que corrió y destruyó los muros para abrazarme y no soltarme más, entonces pese a los fracasos, defectos, errores, siempre, en mi vida, existe alguien con esa capacidad hermosamente emocional de hacerme sentir que vale la pena seguir, es cuestión de dejarlo pasar.

Mi tarea diaria, mi meditación cotidiana es repetirme constantemente la construcción desde el amor, desde la dulzura, hay momentos que no lo logro, pero que creo que voy ganándole con creces la batalla a la destrucción. Todos los días hago lo posible por ser una persona que pueda abrazar, expresar, comunicar con libertad lo que siente, lo que vive, lo que aprecia, darle y darme la oportunidad a cualquier ser humano que me rodea de mostrarle lo mejor de mí, de ser confidente, cómplice, de saber escuchar, de ser escuchada, mis días cada vez son más así, voy vibrando en alto, encontrando personas nuevas o fortaleciendo mi vínculo con seres humanos que me ayudan a ver lo bueno, a sacar el mejor partido de la vida, a transformar continuamente, a encontrar más de 13 razones a diario para vivir.

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Catadora de emociones | Escritora Estratega Digital en @LACICLA