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Venezuela: No he renunciado a ti.

Venezuela: No he renunciado a ti.

Estoy en el café que pertenece al museo de Eva Perón en Buenos Aires, Maru quien actualmente es mi amiga y fue por muchos años mi psicoanalista en Venezuela, se acaba de ir. Ahora las dos vivimos en esta ciudad, bueno yo vivo a medias porque ya saben que voy y vengo, a Maru la reencontré gracias a una fotografía que subió mi amiga Marisa Román en su Instagram en un almuerzo junto a Catherine Fulop, estaban las tres en una foto y yo pensé esa es Maru!!! Llamé a Marisa y le pregunté si la mujer que estaba en la foto con ella y Catherine era Maria Eugenia? Sí me respondió, entonces la busqué por Facebook y desde hace un año nos encontramos al menos una vez al mes para comer algo o tomar un café, para compartir la vida y celebrarnos. Maru fue mi psicoanalista por varios años en Caracas, me acompañó y me apoyó en etapas muy particulares.

Maru se va y yo me quedo trabajando, al rato puedo notar que hay dos hombres unas mesas delante de mí y uno de ellos es evidentemente venezolano, su tono de voz me llama la atención porque su cadencia es poderosamente literaria. Hablan de poesía, nombran a Ramos Sucre y a Rafael Cadenas, yo quiero saltar a su mesa y conversar con ellos. Hace tanto que no hablo de literatura venezolana que sus voces me sacuden la memoria y el corazón me palpita a millón, quiero gritarles que los amo, que La Renuncia era mi poema favorito a los 18 años y que Derrota es una de las obras más maravillosas creadas por un hombre en la vida.

Quiero volver. Quiero volver a mis pasillos de la Universidad Central de Venezuela, terminar esa puta tesis que nunca pude hacer, recorrer los pasillos por los techos, mirar La Previsora, abrazar a mis amigos, tomarme una cerveza en el Cordon Bleu, pasear por El Ateneo, ir a los chinos, cualquiera de ellos, quiero volver a mí, quiero volver a nosotros, quiero volver.

Venezuela, cómo te extraño, cómo si fueras una novia a la que uno no puede volver a ver porque te has vuelto una jevita distorsionada, mal influenciada, llena de violencia, porque la ira te come los huesos y no te dejan en paz, porque estás luchando contra la decadencia, porque hay un montón de células internas tuyas que están echándole bolas para sacarte adelante y otro montón de átomos que estamos afuera, a nuestra manera, poniéndole fuerza para que podamos recuperarte.

Aunque te regresen vuelta mierda, no importa, pero que te regresen, nosotros nos ocuparemos de cuidarte, de reconstruir contigo la historia, de acompañarte en un nuevo recorrido, pero necesitamos que te suelten, que te dejen elegir para dónde quieres ir, que nos dejen renacerte, y entonces, me doy cuenta, mi querida jevita, mi mujer, mi señora que me enseñó a crecer, que me convirtió en mucho de lo que soy, me doy cuenta, que todos los días, aunque nadie lo sepa, te lloro jeva, te lloro y te pienso, recuerdo tus calles, tus fiestas, tus películas, tu Ávila, mi yo en versión tuya, tan linda, caminando, andando en bici, divertida, construyendo memoria por las calles de La Castellana, todos los días te lloro vieja, todos los días te extraño y todos los días me lleno de optimismo, saco fuerzas y emprendo la vida con lo mejor que pude aprender de ti, a ser Caribe, a ser alegría, y a que a pesar de todo puedo sacar lo mejor de mí, aún en toda esta lejanía geográfica, a ser feliz, a ser feliz por ti, esperando que un día podamos salir a pasear y cagarnos de la risa de toda esta vaina. Porque en éste caso, contrario al poema de Ramos Sucre, yo no he renunciado a ti.

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Catadora de emociones | Escritora Estratega Digital en @LACICLA